Publicado por Juanma González R.
Fecha: 29 de mayo de 2025
¿Quién fue Benjamín Argumedo y por qué su historia merece ser contada?
La Revolución Mexicana está llena de figuras legendarias, pero también de personajes complejos, valientes y contradictorios. Uno de ellos fue Benjamín Argumedo, un hombre que peleó en casi todos los frentes del conflicto armado más importante de México en el siglo XX. Lo apodaban el valiente entre los valientes, y aunque su nombre no siempre aparece en los libros de texto, su vida parece sacada de una novela de guerra.
Orígenes inciertos, destino marcado por la guerra
Benjamín Argumedo nació en algún punto entre 1874 y 1878, en la Comarca Lagunera, región que abarca parte de Durango y Coahuila. Las fuentes discrepan sobre si su cuna estuvo en San Pedro, Viesca o Torreón. Lo que sí es seguro es que creció en un entorno marcado por el latifundismo, la desigualdad y el descontento social, el caldo de cultivo perfecto para la revolución que se avecinaba.
Argumedo no tuvo formación militar formal. Fue un autodidacta de la guerra, y en poco tiempo se convirtió en un líder temido y respetado. Su característica más llamativa en el campo de batalla: luchar con un pañuelo amarrado a la cara, no como adorno, sino por el temor casi cómico de morir con la boca abierta y que las moscas entraran. Detalle trivial, sí, pero profundamente humano.
Guerrillero de mil lealtades: ¿oportunismo o estrategia?
Benjamín Argumedo es uno de los pocos personajes revolucionarios que luchó en prácticamente todos los bandos del conflicto:
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Fue maderista en 1910, participando en la toma de Torreón.
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Más tarde se alineó con los orozquistas, tras la ruptura con Madero.
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Durante el régimen de Victoriano Huerta, se convirtió en un huertista activo.
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También tuvo acercamientos con los zapatistas del sur.
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Finalmente, peleó del lado de los villistas, hasta que fue derrotado por fuerzas constitucionalistas.
Este tránsito por diversas facciones ha sido interpretado de múltiples formas: algunos lo ven como un traidor sin principios, otros como un caudillo práctico que solo respondía a la lógica del poder regional.
El final de un rebelde: fusilado por la espalda
En 1916, tras la caída de Huerta y la reestructuración del poder en México, Argumedo fue capturado por fuerzas constitucionalistas. No se le otorgó juicio justo, ni se le permitió una última voluntad. El 1 de marzo de 1916, fue fusilado en la penitenciaría de Durango, sentado en una silla y por la espalda, para escenificar su condición de “traidor”.
Esta forma de ejecución buscaba más que justicia: pretendía borrar su legado y deshonrarlo públicamente.
¿Por qué recordar a Benjamín Argumedo hoy?
Argumedo no fue un ideólogo ni un mártir. Fue un guerrillero, un caudillo, un hombre de acción. Su vida encarna las contradicciones, traiciones y giros inesperados de la Revolución Mexicana. Recordarlo es entender que este conflicto no fue una guerra de buenos contra malos, sino un torbellino de intereses, alianzas cambiantes y sangre derramada.
Aunque rara vez figura en los monumentos o plazas públicas, su nombre resuena en las narraciones orales del norte de México y en algunos estudios históricos que han rescatado su figura del olvido.
Fuentes históricas consultadas:
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Meyer, Jean. La Revolución Mexicana. Tusquets, 2002.
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Katz, Friedrich. Pancho Villa. Ediciones ERA, 1998.
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González Ramírez, Manuel. Benjamín Argumedo: El Centauro de la Laguna. UJED, 1994.
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Archivo General de la Nación, Fondo Revolución Mexicana.
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Periódico "El Siglo de Torreón", archivo histórico sobre la Revolución en la Laguna.
¿Conocías a Benjamín Argumedo?
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